“La seguridad y la libertad son dos
valores igualmente preciosos y codiciados que pueden equilibrarse hasta cierto
punto, pero que difícilmente se reconciliarán jamás de forma plena” (Bauman, 2006)
Cuando se pasa
tiempo en el mismo espacio comunitario, compartiendo bienes y servicios, los efectos del
conflicto y la cooperación son muy comunes. La tendencia es que estos tipos de
interacciones tiendan a volverse cada vez más complejas, porque además cada
conflicto o solución crea efectos colaterales, que crean nuevos conflictos que
requerirán nuevas soluciones de cooperación entrando en una espiral de
destrucción y de complejidad cada vez más difícil de gestionar. Desde el punto
de vista sistémico, este tipo de sistemas se vuelven cada vez más complejos conforme
crecen y conforme sus elementos (los vecinos y los grupos de interés
implicados) se interrelacionan cada vez más y se comunican cada vez menos y de
forma menos óptima. Los seres humanos, al estar en permanente contacto y tener
que tomar decisiones conjuntas se enfrentan a grandes paradojas o dilemas[1],
cada vez más complejos, porque deben tener en cuenta la decisión que “tomará el
otro” y no sólo la atención de sus propios intereses o decisiones[2].
Ante esta tesitura los vecinos de una finca deben tomar la decisión de competir,
“sálvese quien pueda” o cooperar…o de soluciones intermedias a medida que el
número de participantes crece en número, aumentando la complejidad de una
solución que satisfaga a todos.
[1]
La gestión de la paradoja es el dilema.
[2]
Richard Beckhard. Modelo de gestión
del cambio.
Todas las organizaciones se
enfrentan a tres grandes dilemas:
·
Responder a las necesidades organizacionales e
individuales.
·
Obtener un máximo de eficiencia organizacional
respondiendo a las exigencias del entorno.
·
Gestionar los cambios necesarios manteniendo una
estabilidad constante en el seno de la organización.