La cultura imperante en cada comunidad de
propietarios es un fenómeno profundo, complejo y de difícil comprensión.
Cada comunidad de propietarios debe ser
entendida como una microsociedad con una dimensión cultural propia y que opera
de una forma real y visible.
El análisis de la cultura[1] de
cada finca en particular es importante porque permite:
o Comprender como un determinado grupo de
vecinos gestiona, actúa o se relaciona.
Acciones absolutamente absurdas no
serían entendidas sin el hilo argumental de la cultura y lo que sucedió en la
línea de vida comunitaria. La cultura se debe considerar como un producto (porque
incorpora la sabiduría de los primeros integrantes o fundadores del bloque) y
como un proceso (porque está en constante renovación y recreación con la
llegada de nuevos propietarios y vecinos, que añaden nuevas formas y se convierten en maestros de las
aprendidas). Este factor se debe tener muy en cuenta a la hora de incorporarse
“de nuevas” en una comunidad. La comunidad da respuestas a los problemas de una
forma inconsciente ya que es su modo de percibir y sentir la realidad.
o Comprender y predecir las consecuencias de la
implantación de estrategias, políticas y cambios en la gestión de dicha
comunidad diferentes a las actuales que pueden chocar con la cultura y “lo
establecido”, pues esto sería rechazado de plano.
o Cuáles son las áreas de cambio, que pasará si
se produce el cambio y cómo se puede reforzar la nueva identidad de la
comunidad y hacerla más adaptativa para aceptar cambios en su cultura y forma
de hacer las cosas.
o La cultura comunitaria[2]
posibilita a sus miembros dar un sentido a las situaciones características,
tiene una perspectiva histórica y crea su identidad propia. Esta enseña a sus
miembros a percibir, pensar y sentir los problemas.
Un saludo
[1]
Esencia de la cultura: Modelo de presunciones básicas (inventadas, descubiertas
o desarrolladas por un grupo al ir aprendiendo a enfrentarse con sus problemas
de adaptación externa e integración interna que hayan ejercido suficiente
influencia como para ser consideradas válidas y en consecuencia, ser enseñadas
a los nuevos miembros como el modo correcto de percibir, pensar y sentir los
problemas y la realidad.
[2] Los
libros de actas son los únicos documentos que recogen “las historias de las
comunidades” de vecinos y que, por prescripción legal, deben estar custodiados
cinco años. En las comunidades se carece de una gestión documental, en lo
referente a su cultura y el cómo se suelen hacer las cosas
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